miércoles, 8 de agosto de 2007

Es un charco el que refleja las miserias.
Es un clavo el que da sombra a tu espesor.
Son dos alas las que cuidan tus engaños.
Es mi sangre la que hiere tu ambición.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Horrible charco, quién le otorgó autoridad moral para reflejar mis miserias, acaso un lago pleno se jazmines flotando le refriegan su turbio existir? claro que no!

Malditas alas, maldita sangre pleno testimonio de mis defectos. Un limpio filo tamizará mis pálpitos y los grumos de mi odio, atrevidos por la experiencia de escapar de mi cuerpo, te dirán mi primera y última verdad. Algunas veces, aquello que parecía un molestia del carácter era una modesta ventaja.

Y si todos nacieran tan puros, tan perfectos, que valor le otorgaría al sufrimiento mi querido Puma, de que serviría la Cebra?